En este año el impuesto a las transacciones financieras en Colombia cumple 21 años de haber sido implantado en Colombia, el cual inicio como un 2 por mil en 1998, luego fue aumentado al 3 por mil en el año 2000 y alcanzó el nivel de 4 por mil en el año 2003. Este impuesto que se creó como temporal, pero dicha temporalidad se ha venido postergando, luego se convirtió en definitivo y luego se planteó un desmonte gradual, todo lo cual no se ha cumplido y seguramente se mantendrá, tal como lo estableció la reforma tributaria del 2016 y que se mantuvo en la ley de financiamiento, dada su oportunidad y facilidad de recaudo.
¿Pero qué impactos ha tenido este impuesto en la actividad económica? En nuestra opinión además de afectar la capacidad de compra de las personas en general, creemos que el mayor impacto ha sido el impacto negativo en la inclusión financiera toda vez que tanto las personas como los microempresarios y pequeñas empresas prefieren utilizar el efectivo antes que someterse al pago de un gravamen que impacta la capacidad de compra.
Para ilustrar nuestra opinión hemos realizado un análisis de la evolución en los últimos 10 años de la evolución de los componentes (efectivo y depósitos en cuenta corriente) de los medios de pago (M1), el cual presentamos en la siguiente gráfica:
A manera de conclusión podemos comentar que, en Colombia en octubre de 1998, días antes de la fecha de la creación del impuesto a las transacciones financieras, el total del efectivo en la economía representaba 0.7 veces los depósitos en cuentas corrientes del sistema bancario y en diciembre de 1998, días después de su creación, el efectivo paso a representar 0.78 veces los depósitos en cuentas corrientes. En diciembre de 2008, diez años después, el monto del efectivo igualó a los depósitos en cuentas corrientes y en diciembre de 2018, el efectivo en la economía alcanzó 1.24 veces el monto de los depósitos en cuentas corrientes. Por tanto, mientras se mantenga dicho tributo y aunque en la ley de financiamiento de haya establecido que el 50% de lo pagado por dicho impuesto puede ser descontado en la renta, lo que significa que aún se continuará pagando adicionalmente por el uso del efectivo, las transacciones en efectivo seguirán en aumento y la profundización financiera que muchos pretenden seguirá siendo afectada.
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