En las conversaciones de negocios en muchas ocasiones
escuchamos hablar de la “estructura financiera de la compañía”, por lo que en
esta ocasión nos ocuparemos de explicar de qué se trata y a qué se hace
referencia cuando de ello se habla.
La Estructura Financiera de una Compañía, se
refiere a la forma en que la compañía utiliza las diferentes fuentes de
financiación. Dicho de otra manera, es
la forma en que la compañía financia los activos requeridos para su actividad
operacional. Dentro de esas fuentes de financiación se incluye todo el
endeudamiento a corto y largo plazo y el patrimonio de los accionistas. El endeudamiento
a corto plazo es lo que se denomina “Financiación Corriente” y corresponde a
todas las obligaciones que son exigibles en un término no mayor a un año y el endeudamiento
a largo plazo que constituye el financiamiento permanente de la compañía es lo
que se conoce como la Estructura de Capital. En este último, se incluyen las
deudas a largo plazo, el capital social, las utilidades retenidas, los superávit
y reservas. Así las cosas, la estructura de capital hace referencia a la parte
de la estructura financiera que corresponde a las fuentes de financiación a
largo plazo.
Por consiguiente, cuando se analiza la estructura
financiera de la compañía se debe determinar qué proporción representa la deuda
y que proporción corresponde a lo aportado por los accionistas/socios y evaluar
que es lo más conveniente. Esta diferencia es fundamental por cuanto la deuda bien
sea a corto o a largo plazo (apalancamiento) representa para la empresa una
carga financiera fija y permanente, mientras que los recursos aportados por los
accionistas/socios no requieren pagos fijos en forma permanente. Igualmente se
debe evaluar en detalle las ventajas y desventajas al establecer la proporción
capital de los accionistas/deuda, pues una estructura inadecuada puede hacer el
negocio no rentable o de alto riesgo financiero.
¿Entonces qué hacer? No hay una estructura financiera
que se ajuste a todo tipo de negocio por lo que es necesario tener en cuenta,
entre otras, las siguientes variables: a) Costo de capital en función del
retorno esperado por los inversionistas; b) Porcentaje de apalancamiento; c) Capacidad de la empresa para generar caja; d) Estacionalidad de los ingresos; e) Tamaño
de la compañía, generalmente a las compañías pequeñas les resulta más difícil apalancarse
con deuda.
Finalmente es muy importante tener flexibilidad
para establecer la adecuada estructura financiera por cuanto tanto la dinámica
de los negocios como en entorno en el cual se desarrolla el negocio es
cambiante y por tanto se requieren ajustes en forma continua. Para ello se debe contar con un modelo de proyección
financiera que permita visualizar y/o simular el impacto en los beneficios y/o
utilidades de los diferentes tipos de estructura financiera.
Recuerde que la estructura de capital más
adecuada es aquella que maximiza el retorno para sus accionistas / socios, con
una importante contribución social y responsable con el medio ambiente.
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